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La Individualidad constituye uno de los grandes misterios en el recorrido de la vida interior. Cada hombre que se dedica a la búsqueda interior, presto o tarde, tendrá que enfrentar este argumento que requiere grande equilibrio en el juicio. De una parte, es evidente que cada ser existente representa una entidad irrepetible de la cual se debería tratar de alcanzar plena conciencia, con la finalidad de vivir con responsabilidad y coherencia la propia existencia. Es por esto que la conciencia de nuestra individualidad está estrechamente correlada a nuestro crecimiento interior. Aún así y por otra parte, tradicionalmente, cada quién es alertado contra los peligros y los límites que derivan de una insustancial o de una exagerada conciencia de sí mismos. Esta última constituye el obstáculo más grande para toda superior via de conocimiento. Las dos partes expuestas no se contradicen. El verdadero camino interior comporta continuas transformaciones que necesariamente llevan , a la luz de nuestra conciencia, nuevos puntos de referencias y nuevos valores. Por tales motivos, cada hombre que se dedica a la búsqueda de la propia individualidad, debería tratar de liberarse de esquemas de juicio preconstituídos que muy a menudo considera, erróneamente, como parte integrante de la propia individualidad.
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