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RESEÑAS DE PRENSA 1987 ~ 1999

 

EL PAÍS. 8.VI.96
LA FASCINACIÓN POR LO SECRETO
por Fernando Savater

 

Javier Otaola desvela con sabiduría los secretos de la masonería.
Ensayo: La Masonería hoy
Javier Otaola. Haramburu Editor. San Sebastián, 1996
288 páginas. 2.450 ptas.

 

A muchos españolitos de mi generación nos hizo interesarnos por la masonería el caudillo Franco con ese método tan eficaz de propaganda que hoy otros paternalistas de parecida laya utilizan para promocionar las drogas: una prohibición inapelable revestida de maldiciones mitológicas. Cuando algo se presenta como inaccesible, infinitamente perverso pero al mismo tiempo apreciada por seres racionales nada desdeñables, la curiosidad de los jóvenes menos genuflexos se despierta con aguijonazos casi irresistibles. Claro que durante la época franquista no dábamos abasto con lo tocante a tentaciones y la masonería tenía que competir en nuestras inquietudes con el comunismo, el liberalismo, el sionismo, el sindicalismo no vertical, el ateísmo, la pornografía, el separatismo, las relaciones prematrimoniales, algunas de las matrimoniales, el divorcio, la homosexualidad y las obras completas de D. Manuel Azaña. Agotador. Sin embargo, la masonería siempre tuvo a su favor el aliciente de que no era simplemente clandestina y obscena - como el resto de lo prohibido - sino intrínsecamente secreta. Y nada como el secreto para que le entren a uno ganas de saber...

Bueno, hoy la curiosidad hacia la masonería ya no tiene el acicate de la prohibición, ni siquiera el de la maldición mitológica (salvo para los lectores de Ricardo de la Cierva), pero no creo que haya desaparecido del todo. Y pocas formas más completas y gratas de satisfacerla que "La masonería hoy", escrito por el abogado bilbaíno Javier Otaola; presidente del Colegio Vasco de Maestros Masones. El interés de este libro radica en la multitud de enfoques que desarrolla: junto a un esbozo histórico de la masonería y de sus diversas vertientes actuales se ofrece un competente estudio de sus principios filosóficos, así como el testimonio personal de un joven que vive las incidencias de la reconstrucción de la masonería en España tras la dictadura (a la que sobrevivieron recelos y obstáculos legales) como parte de su iniciación personal. Con cultura y entusiasmo, Javier Otaola expone una visión tolerantemente ilustrada de la mentalidad masónica con la cual es fácil simpatizar, aunque él mismo reconoce que se trata de un ideal o "partitura" que no siempre encuentra intérpretes de carne y hueso a la altura de las circunstancias.

Aunque en nada afectan la valía del libro de Otaola, confieso al menos un par de reservas hacia la sociedad masónica tal como yo superficialmente la conozco. La primera concierne al papel de la mujer en las logias, cuya "igualdad asimétrica" me recuerda un poco la de las autonomías en España. Carezco de cualquier arrobo feminista, pero la experiencia me ha convencido de que hoy en día la igualdad lo más simétrica posible en los asuntos profesionales o intelectuales es el mejor baremo para calibrar las instituciones, las culturas y las costumbres. Por mucho que el orador sea Yang tampoco perderemos nada dejando hablar en público al Yin y espero que esas logias mixtas que han venido a aliviar la separación de sexos o el predominio tradicional masculino en la masonería acaben siendo mayoritarias... y cada vez menos asimétricas. Mi segunda pega es de menor calado, porque quizá corresponde a un prejuicio personal: me encantan los rituales espontáneos, pero los detesto en cuanto los veo codificados. Puede que la iniciación masónica y su añeja simbología aporte notable estímulo al alma de algunos, pero yo pertenezco al gremio refractario de quienes no entienden que para ser sensatos haya que ponerse un mandil o vendarse los ojos. Aunque ¡quién sabe!. Puede que, en la crisis actual de las pertenencias tradicionales, fraternidades ritualistas como la masonería sean alternativas útiles a furores más obcecados como los del integrismo religioso o nacionalista. En cualquier caso, lo evidente es que esta asociación que ya forma parte de nuestra tradición cultural merece el pleno respeto civil que tantas veces le negaron los autoritarios paranoicos.


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