La Tolerancia, respecto a los otros
                hombres, es una predisposición interior. Siendo
                así, presenta siempre un carácter de
                subjetividad y contingencia, debiendo reflejar la
                voluntad individual. 
                La Tolerancia refleja también la calificación interior del
                hombre. Un hombre libre de verdad es aquél que
                reconoce a los otros la misma libertad que invoca para
                sí. La Tolerancia implica un profundo respeto
                por los deseos y las manifestaciones de los otros seres
                vivientes. 
                Ser tolerantes no comporta, de
                ninguna maneras, una limitación a la posibilidad
                de manifestarse y de proponer los propios puntos
                de vista, a los cuáles corresponden siempre
                valores interiores. 
                La Tolerancia, todavía, implica el
                superamento de los antagonismos en las
                manifestaciones de los puntos de vista de los
                hombres. Los términos de juicio
                "absolutos" - como verdad y falsedad
                - no deberían constituír, jamás, motivos para
                impedir la comprensión de las razones profundas
                que están a la base de las manifestaciones. 
                
                    
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